¡NO HAY CAMBIO SIN SUEÑO, COMO NO HAY SUEÑO SIN ESPERANZA!

¡NO HAY CAMBIO SIN SUEÑO, COMO NO HAY SUEÑO SIN ESPERANZA!

Iniciamos este artículo, recordando que la educación es un derecho de todos, a lo largo de toda la vida y cuando se ofrece una educación con calidad transforma vidas, por ende, el papel de la educación es central en cualquier sociedad democrática.

Educación, derechos humanos e inclusión social, son las condiciones esenciales para alcanzar el desarrollo de las sociedades humanas y de las personas, concepto por el cual
se entiende, que todas las personas puedan llevar una vida libre, protegida y feliz.

Educación, significa el poder enseñar, aprender y crecer al máximo con relación a las posibilidades de cada persona; derechos humanos, que se respete la dignidad de seres humanos con todas las exigencias que conlleva y de ella se derivan; inclusión social, que cada persona sea parte y partícipe s de una comunidad, con igualdad de oportunidades para el disfrute de los bienes naturales y culturales.

En este sentido, se entiende la educación como uno de los elementos que influyen en el avance y progreso de las personas y la sociedad. Esto, porque, además de proveer conocimientos, la educación enriquece la cultura, el espíritu, los valores y todo aquello que nos caracteriza como seres humanos.

A nivel global, la educación es considerada un factor de producción, pues permite acabar de raíz con muchos de los problemas económicos de una nación y funge como instrumento regulador de las desigualdades sociales. Su función primordial es: mejorar los niveles de empleabilidad en el país.

Cuando se habla de la transformación educativa hay quienes piensan en el cambio de las metodologías docentes, con más o menos tecnología de por medio, y con mayor o menor énfasis en el rol del docente, el empoderamiento del estudiante o las características de los materiales y recursos didácticos que se utilizan.

Pero, ante todo, es necesario pensar que, educar supone formar personas responsables, comprometidas con la sociedad, la economía y el medioambiente.  Por eso decimos que La educación transforma vidas y sirve para consolidar la paz, erradicar la pobreza e impulsar el desarrollo sostenible.

Una educación, impartida con calidad y responsabilidad, ilumina cada etapa de la vida, especialmente el de las personas pobres y las más vulnerables. Sin embargo, el poder sin igual de la educación para favorecer el alcance de los objetivos más amplios de desarrollo solo puede ser plenamente efectivo si se ejerce con justicia. Y la escuela juega un papel trascendental, cuando se siente partícipe en la construcción de una sociedad más humana, a través de una formación integral que promueva la ética de la solidaridad y la justicia social como principios ineludibles para la unión de hombres y mujeres de derechos y deberes, sin distingos de clases.

Por ende, la educación es un proceso complejo en la vida del ser humano, que ocurre fundamentalmente en el seno de la familia y luego en las distintas etapas de la vida escolar o académica que la persona transite.  De ahí, que los fines principales de la educación, es: formar, disciplinar, educar, sensibilizar y guiar a la persona para que enfrente con responsabilidad, libertad, solidaridad, identidad, respeto y equidad la realidad del mundo con todos los acontecimientos. 

El siglo XXI ha presentado diversos retos y desafíos a la educación, los principales son el de cambiar el proceso de enseñanza-aprendizaje apropiándose de tecnologías, procesos de innovación y metodologías disruptivas para impulsar el aprendizaje de los estudiantes.

La visión general del proceso de enseñanza y aprendizaje en el siglo XXI se basa en una serie de competencias y habilidades que la escuela debe tener en cuenta para preparar a los niños y jóvenes de la era digital, para:

  • Aprender a conocer
  • Aprender a hacer
  • aprender a ser y
  • aprender a vivir juntos.

 

Ante todo, los desafíos principales que hay que enfrentar en los que se debe hacer énfasis es en la calidad de vida, valorar más el presente, educar para el ahora, educar para el cambio y formar un estudiante distinto cuyas características principales serían la flexibilidad, la inclinación hacia la democracia, la justicia y la seguridad.

La educación del futuro no estará atada a materias específicas, ni al trabajo individual del estudiante, sino al desarrollo de habilidades como la iniciativa, la comunicación, la imaginación, creatividad y el pensamiento crítico; esta metodología sugiere hacer un mayor énfasis en las habilidades de las personas que les permitan alcanzar el éxito, no solo profesional, sino también en la vida personal. Pero para ello el método actual utilizado por los docentes en las escuelas y colegios, deberá comenzar a evolucionar asumiendo los cambios educativos progresivamente, capacitando a los estudiantes para que conozcan sus talentos naturales, puedan realizarse convirtiéndose en ciudadanos activos y compasivos para comprender el mundo que les rodea.

Por consiguiente, el nuevo rol del profesor y su formación, debe pasar de la transmisión de contenidos a la orientación y apoyo del estudiante, generando las condiciones para que sea este el que, de manera activa y experimental, construya su propio conocimiento.

En conclusión, para cumplir con los retos que plantea la educación “hoy”, es necesario contar con planes de estudio de vanguardia e innovadores, con un docente que estimule en los estudiantes la apropiación del conocimiento, para que sean personas que dejen huellas positivas en la sociedad.